Este colosal vehículo propiedad de la NASA, pesa 3,000 toneladas y sirve para movilizar cohetes de gran tamaño hasta las plataformas de lanzamiento. El mismo ha sido bautizado con el nombre de “Crawler Transporter 2”, y consume 625 litros de diésel para recorrer un kilómetro.
Crawler Transporter 2, es una obra maestra de la ingeniería que constituye un pilar fundamental en misiones espaciales de Estados Unidos. Su construcción data de 1965 y, desde entonces, continúa siendo esencial para que tengan éxito las misiones de lanzamientos de cohetes. Como es normal, a lo largo del tiempo ha recibido varias actualizaciones para adaptarse a las nuevas exigencias. Durante la última década, en el marco del programa Artemis de la NASA, la agencia especial invirtió millones de dólares en la modernización de su infraestructura.
Es uno de los vehículos más grandes y pesados que se han construido. Su dimensión es de 40 metros de largo, 34.7 de ancho y entre 6 y 8 metros de altura, según se ajuste.
Ha sido diseñado con el propósito de mover cohetes desde el edificio de ensamblaje de vehículos (VAB) hasta las plataformas de lanzamiento, el CT-2 NASA utiliza un sistema de propulsión diésel que mueven ocho orugas, cada una compuesta por 57 eslabones de acero de 953 kg cada uno. Cuando no está cargado logra alcanzar una velocidad máxima de 3.2 km/h, pero cuando desplaza uno de los cohetes, la velocidad máxima es de 1.6 km/h para garantizar un desplazamiento estable y seguro.
Los cohetes que transporta, como SLS o el histórico Saturno V, pesan miles de toneladas y contienen sistemas extremadamente delicados.
Para mantener el cohete completamente vertical durante todo el trayecto, el Crawler Transporter 2 posee un Sistema de nivelación automática. Este elemento es clave para evitar daños estructurales, ya que cualquier inclinación puede comprometer el equilibrio del Sistema de lanzamiento.
Mover este gigante tiene un costo bastante alto, cada desplazamiento que realiza requiere una ruta de ida y Vuelta de unos 12.8 kilómetros, una distancia que supone un esfuerzo mecánico y una precisión increíble, además de muchísimo combustible.
El consume es de unos 625 litros de diésel por cada kilómetro recorrido. Por tanto, necesita unos 8,000 litros de combustible para completar el trayecto de ida y vuelta. Es una cifra bastante grande pero que se justifican por la necesidad de precisión extrema. El Sistema de tracción y nivelación necesita una potencia constante, a lo que se suma el peso del vehículo sobre orugas, que obliga a un uso intensive del Sistema hidráulico, especialmente en zonas del trayecto con variaciones tipográficas.


